miércoles, 28 de noviembre de 2007

Cherry, Harry y Raquel: Megavixens

Soldado en el desembarco de Normandia, Fotografo en playboy, director de culto de películas picantes… aunque lo parezca no es la letra de una canción de Joaquin Sabina sino la vida de Russ Meyer. Cuando hablamos de Russ Meyer es difícil saber donde termina la realidad y empieza la ficción. Fue un personaje tan Bigger than life como los que salían en sus películas. Si tenemos que creer sus palabras descubriremos que perdió su virginidad en un prostíbulo en Europa durante la segunda Guerra Mundial, invitado por un amigo suyo, un tal Ernest Hemingway. Lo que si es cierto es que fotografio para revistas como Playboy a mujeres de la talla de la fabulosa Jayne Mansfield, Anita Ekberg o Mamie Van Doren. Cierto es que inspiro el argumento de “Doce del patíbulo” a su guionista, al hablarle de unos condenados a muerte en una prision britanica que habian aceptado una misión suicida. Cierto es también que empezó a rodar una película con los Sex Pistols y acabo largandose del proyecto debido a las intromisiones del manager de estos, Malcolm McLaren, y cansado de los excesos de Sid Vicious y compañía. Se caso con tres supermujeres (algunas salieron en sus pelis como Edy Williams) y tuvo líos con algunas de sus actrices como la espectacular Kitten Natividad.




Meyer y una de sus musas, Uschi Digard, en "Cherry, Harry y Raquel".



Director completamente de culto, gozo de muchísima popularidad en la década de los 70 en USA y Europa, en España no pudimos ver sus filmes hasta que esas hermosas carátulas con mujeres de senos descomunales tomaron las estanterías de los videoclubs a mediados de los 80. Por aquella época un servidor era un niño y sus pelis eran lo más cerca de la pornografía que se podía estar. Aunque no nos equivoquemos, lo que hacía Russ Meyer distaba mucho de serlo. Tampoco es que fueran arte, solo eran diversión. Me siento un poco estupido teniendo que defenderlo como gran autor en el 2007, pero hay tabúes como el sexo que son difíciles de derribar.
Comenzó rodando documentales sobre strippers y rodó la primera película erótica de la historia “The Immoral Mr. Teas” (59). Meyer fotografiaba, montaba, escribia y dirigia sus pelis. En muchas de ellas incuso participaba como actor o narrador. Según sus palabras cuando escribia, lo hacia pensando en que escribia el guión de unos dibujos animados que iban a ser protagonizados por actores de carne y hueso. Sobre todo de muuuucha carne.
Con “The Immoral Mr. Teas” comenzó una primera etapa de pelis y documentales en los que el desnudo femenino era el protagonista (característica que conservo en todas sus cintas) y la siguieron una serie de cintas mucho más duras y violentas, rodadas en blanco y negro entre las que destaca la mítica “Faster, Pussycat! Kill! Kill!” (65). Cuando me plantee abordar una solo de sus películas dude entre esta y la que nos ocupa. Finalmente me decante por “Cherry, Harry & Raquel!” ya que es la que inaugura una etapa en Meyer aun más ludica, más surrealista y más humorística. Sin dejar de lado las elevadas dosis de sexo y violencia, claro. Además “Megavixens” (como también se la conoce) forma parte de la serie que le hizo más popular. Y por supuesto por Charles Napier. Antes de ser el malo de "Rambo" o el guarda que se las ve con Hannibal Lecter en "El Silencio de los Corderos" ya era todo un icono en las pelis de Meyer. Esta es la primera colaboración entre director y actor.

Harry: "No me gusta que las mujeres se manoseen. No es americano"

Si hablamos de Meyer la verdad es que el argumento importa poco (sobre todo a partir de esta cinta), es mera excusa para exhibir a unas hembras que parecen venidas de otro mundo. A esto hay que sumarle que más de la mitad del metraje fue destruido por accidente por el laboratorio fotografico. La verdad es que no sabemos como sería el guión en su origen, lo cierto es que lo que hay es muy divertido. Un sheriff corrupto (Harry, brutal Napier en su primer protagonista) se dedica a vender drogas y a atender los caprichos de su mujer, Cherry (Linda Ashton) y de su amante, Raquel (Larissa Ely). Estas dos no son las más carismaticas de las chicas Meyer pero cumplen bien su función. Mucho más carismatica es la habitual, y estrella de culto absoluto de los 70, Uschi Digard que hace un surrealista papel de operadora telefonica con todos sus dialogos en sueco. Teniendo en cuenta que es una telefonista y el resto de los peronajes habla en ingles... Las escenas de sexo son menos creativas (y ateleticas) que en otras ocasiones por el contrario en las escenas de acción Meyer echo toda la carne en el asador. Como por ejemplo esa parodia/homenaje de una corrida de toros con mejicano y sangriento final incluido o la brutalidad del climax final. Quizas porque en esta ocasión no son las mujeres el eje del acción sino el salvaje Napier.
Para los que no esten iniciados en su cine descubriran un modo de hacer cine con un sello muy personal, atrapado por completo en la epoca y a la vez completamente distinto a las películas de sus coetanios. Hoy en dia siguen resultando igual de distintas y originales. Su uso del montaje, unos angulos marcianos que aprobechan las curvas de las mujeres retratadas, un humor surrealista casi de dibujos animados. Todo hecho a su manera y a la vez disfrutable al 100% al menos si eres varón y hetero.

jueves, 4 de octubre de 2007

Extraterrestres en la Piel de Toro



¿Qué tienen en común Miguel Bosé y Nacho Duato... cinematográficamente hablando?. Respuesta: que ambos representaron a seres venidos de otra galaxia en el cine. El primero en “El Caballero del Dragón” y el segundo en “El forastero”, títulos que son “rara-avis” en el cine español. Aún ahora que se celebran las “bodas de plata” del rodaje de “E.T.” y que el propio Spielberg anuncia extraterrestres en la próxima aventura de Indiana Jones, resulta extraño hablar de seres venidos de otros mundos en el cine hecho en la piel de toro.
Mentar ovnis, ufos, naves espaciales o extraterrestres varios alrededor del cine nacional suele ser motivo de chanza. Y no es para menos, lo primero que se viene a la mente es a Toni Leblanc confundiendo el desierto de Almería con la luna en “El Astronauta” (1970, Javier Aguirre); o peor, el remedo español del citado filme de Spielberg, “El E.T.E. y el Oto” (1983, Manuel Esteba), con el “fino” humor de los Hermanos Calatrava; o, mucho peor, convertir un héroe patrio, El Cid, en un ser llegado de otra galaxia en el pico de una cigüeña/ovni, encarnado en la atractiva figura de…Ángel Cristo, (“El Cid Cabreador”, 1983, Angelino Fons).
Con exponentes como estos y otros nada olvidables como aquella impagable Marta Sánchez ejerciendo de replicante (“Supernova”, 1993, Juan Miñón) o la mezcla de scifi y sexo “El hombre perseguido por un ovni” (1977, J. C. Olaria), no es de extrañar que cueste acercarse al tema sin rubor. Sin embargo, pongámonos serios, ciencia ficción española haberla, hayla, y algún título que otro es merecedor de atención. Coqueteos con el género siempre hubo desde los experimentos de Segundo de Chomón a principios del siglo pasado. Pero nunca continuidad más allá de aisladas, y generalmente heroicas, incursiones nacionales. A destacar “Fata Morgana ” (1966, Vicente Aranda), “Los monstruos del terror” (1969, Hugo Fregonesse/Tulio Demichelli) o las destinadas al público infantil, “Una bruja sin escoba” (1967, José Mª Elorrieta) o “Los invasores del espacio” (1967, Guillermo Ziener).
Centrándonos en la cuestión extraterrestre, algunos títulos a destacar por razones variadas. El primero, por ser la gran decepción para el cine fantástico español, la citada “El caballero del dragón” con dirección de Fernando Colomo, un producto alejado de su estilo personal. Decepción porque se trató en su momento (y así se publicitó) de la “película mas cara del cine español”, trescientos millones de pesetas del año 1985, un lujo para su pobres resultados. Aún con participación en el guión de gente del mundo del cómic como Andreu Martín o Miguel Angel Nieto, diseño visual de Enric Ventura, excelente fotografía de José Luís Alcaine, imaginativos decorados de Félix Murcia y espléndida partitura musical de José Nieto, no se pasó de la corrección. También el punto de partida argumental era de lo más sugestivo: una nave espacial llega a una aldea feudal medieval; el ovni es confundido con un dragón y su tripulante con San Jorge. Sin embargo la indefinición de tono y ausencia de dirección de actores terminó lastrando la empresa. Protagonizaba el amado/odiado de Herzog, Klaus Kinski, el todo terreno Harvey Keitel, nuestro internacional Fernando Rey y Miguel Bosé como extraterrestre mudo, poniendo caritas. A destacar la orgánica y convincente maqueta de la nave espacial realizada por Reyes Abades.
En segundo lugar, resaltar los filmes de Juan Piquer. Piquer ha demostrado ser uno de los artesanos del cine español más entusiastas a la hora de afrontar el fantástico y la ciencia ficción. Y también, porque no, mas pícaros. Al calor de la citada “E.T” y de “Superman” (1978, Richard Donner), dirigió dos películas de/con extratrerrestres, “Los nuevos extraterrestres” (1983) y “Supersonic Man” (1979). Protagonizada por Michael Coby y Cameron Mitchell, “Supersonicman”, es probablemente la apuesta más psicotrónica, alucinante, del cine español. Sin complejos y con un presupuesto infinitamente menor que el film de Donner se atreve con un argumento plagado de superhéroes, robots y platillos volantes: una nave extraterrestre surca el espacio con Supersonicman en su interior para combatir al Dr Gulk, quien amenaza con destruir el planeta…Interesantes maquetas del maestro Emilio Ruíz y, ojo a la banda sonora discotequera de Gino Peguri, delirante y digna de “after”….Cuatro años después Piquer perpetra otra incursión alrededor de los visitantes de otros mundos con “Los nuevos Extraterrestres”, un film que iba a ser una “horror-movie” en la línea de “Alien” pero situado en un bosque, y al que finalmente se introdujo durante el rodaje un niño y un extraterrestre con aspecto de oso-hormiguero colocado, respondiendo este al nombre de “Trompy”…
En tercer lugar, el capítulo de las coproducciones. Entre títulos como “La guerra de los misiles” (1977, Leslie H. Martinson), “Los viajeros del atardecer” (1979, Ugo Tognazzi) o “Hermano del espacio” (1987, Roy Garret), donde comparte reparto Martin Balsam con Silvia Tortosa, reseñar la destacable hispano/italiana “Terror en el espacio“ (1965) del maestro Mario Bava. A “Terror en el espacio” le debe mucho John Carpenter y su “La cosa” (1982). Y mucho mas Ridley Scott y su citado “Alien”. Y a su vez, el film de Mario Bava remite directamente al cine hollywoodense de ciencia ficción de los cincuenta. En este caso no son los extraterrestres los que viajan a la tierra, sino los astronautas terrícolas los que se encuentran con aquellos en un planeta perdido. Con rodaje en los Estudios Cinecittà de Roma, o en los madrileños Estudios Roma, según las fuentes, contaba con unos coloridos y a la par interesantes decorados de Giorgio Giovannini. Sin ser una obra maestra, es recomendable su revisión.
En cuarto lugar, la que probablemente es una de las mejores incursiones del cine español en el fantastique, “Pánico en el Transiberiano” (1973, Eugenio Martín). Otro filme al que Carpenter debe pleitesía, sobre la figura de un extraterrestre “roba almas” campando a sus anchas por el angosto espacio de un tren. Con reminiscencias a “The Thing from Another World” (Christian Nyby), un reparto de grandes clásicos como Christopher Lee, Peter Cushing, un Telly Savalas mas esplendido de lo habitual y Alberto de Mendoza excelente en plan Rasputín, cuenta con un magnifico decorado de Ramiro Gómez y convincentes maquetas. Naif sin duda, pero muy recomendable.
Por último reseñar el caso “Platillos volantes” (2003, Oscar Aibar). Aibar acomete la que puede ser la definitiva incursión en los ovnis hispánicos: dos parias en la España franquista de principios de los setenta y en pleno boon de los “avistamientos” ovnis, aburridos de la situación sociopolítica, se suicidan juntos, con el mensaje “Los extraterrestres nos llaman, pertenecemos al infinito”. Metáfora de este país, y, por que no, de nuestra ciencia-ficción española…que le vamos a hacer….
Victor Matellano

jueves, 27 de septiembre de 2007

1990, Los Guerreros del Bronx: Futuro imperfecto





En 1981 Mad Max había creado escuela. Estaba claro, habíamos visto el futuro y el futuro era una mierda. Guerras nucleares, crisis energética, el medioambiente convertido en un vertedero y por si fuera poco pandilleros y bandas de motoristas (posiblemente mutantes) campando a sus anchas por un mundo donde reinaba la anarquía y la ley del más fuerte. Todo indicaba que el futuro sería así. Desde los comics a la música Punk sin olvidar las películas y las novelas (especialmente el genero cyberpunk) nos decían que el futuro sería apocalíptico. Se equivocaron bastante. De todos los profetas del futuro quizás el que más acertó fue George Orwell con su “1984”, ya que al final el Gran Hermano ha triunfado y todos tenemos cámaras que nos vigilan y cuando no lo hacen los gobiernos o las empresas multinacionales lo hacemos nosotros con nuestros móviles y nuestras cámaras, espiándonos los unos a los otros, denunciándonos por televisión o en Youtube. Hemos renunciado a nuestra libertad por un poquito más de seguridad. Un enemigo diabólico y perverso amenaza la estabilidad de nuestro sistema de vida. Orwell tenía razón. Los pesimistas apocalípticos estaban equivocados.
La gracia de revisar estas películas es que del futuro del que hablaban ya lo hemos alcanzado y es nuestro pasado en algunas ocasiones.
Como ya he dicho Mad Max, que a su vez no era más que una evolución del las películas de persecuciones de coches y motos de los 70, fue la precursora de este genero y la que sentó cátedra. A ella le siguieron películas de los estudios independientes como “1997, Rescate en Nueva York” y los grandes estudios (“Blade Runner”, “The Terminator”) y por supuesto los italianos que no perdían comba de la ultima moda de Hollywood (“Año 2020 - Los gladiadores del futuro“,”Roma año 2072, Los Gladiadores “ “2019 - Tras la caida de New York”) y sobre todo con la serie de pelis sobre el tema que realizo Enzo G. Castellari en la primera mitad de los 80.


Si preguntabas a cualquiera en aquella época cual era la zona más peligrosa del planeta difícilmente dijera Afganistán, Irán, Camboya o Etiopia. Lo más probable era que dijera: El Bronx. Las películas nos lo habían enseñado. El Bronx era… el jodido Bronx, tio. Pandilleros violando ancianas mientras hacían grafitis y atracaban a punta de navaja a cualquiera que pasara por allí. No había lugar más peligroso en el planeta. Por dios si hasta Charles Bronson tuvo que pasar por allí a poner orden. Y hasta ese terrorífico barrio se fue a rodar en 1982 Castellari y su tropa. Porque a diferencia de otras explotations que se rodaban en Italia o España, “1990: Los guerreros del Bronx” esta rodada en esas calles, en el fragor de la batalla. En algunos momentos se puede ver como a pesar de que haya persecuciones de motos y camiones, el trafico no se había cortado y se puede ver perfectamente ordenado en la calle del fondo o a unos niños jugando en el parque. Los que se acerquen a esta joya por primera vez se verán muy gratamente sorprendidos. En primer lugar les sorprenderá la ambientación, ese futuro cercano totalmente degradado. Y es que el Bronx era asi, con sus edificios destartalados, su basura por los suelos, sus pintadas y sus solares abandonados. El departamento de arte lo tuvo fácil para recrear ese futuro apocalíptico.

Lo segundo que sorprende es su crudeza. Pese a que no se toma demasiado en serio a si misma (esos pandilleros negros con cascos nazis) en cuanto a la violencia se refiere, es brutal. Y además ofrece todo lo que promete su carátula. Acción a raudales: Peleas entre pandilleros a palos y cuchillos, persecuciones de motos, tiroteos, artes marciales…

El mataperros de Vic Morrow dejando las cosas claras.


El argumento bebe a manos llenas de dos fuentes “1997, Rescate en Nueva York” y “ The Warriors”.En un futuro cercano el Bronx se ha convertida en una tierra de nadie controlada por distintas bandas y en la que la policia ni se atreve a entrar. La rica heredera de una mega-corporación se escapa y va a dar justo en pleno Bronx con la banda de los raiders, que la acogen en su seno. Los verdaderos dueños de la compañía mandaran rápidamente a alguien a rescatar a la joven. Uno de esos tipos (el malogrado Vic Morrow, quien por cierto nació realmente en el bronx tal y como dice en la cinta) que dispara primero y luego no pregunta nada. Cuando la chica cae en las manos de una banda rival el líder de los raider, que parece salido de una banda de Heavy Metal, se vera obligado a cruzar el Bronx para liberarla. Teniendo que atravesar el territorio de las bandas rivales, enfrentandose a la policía que le persigue y al propio Morrow que no es moco de pavo. Atención a la aparición de los terribles Buitres y al numerito musical que se marcan los imitadores de “La Naranja Mecánica”. Por supuesto los diálogos distan bastante de ser “Hamlet” pero aún así “1990, Los Guerreros del Bronx” conserva cierta épica de la supervivencia de la lucha de poderes entre clanes. Las escenas de acción, que son bastantes, estan rodadas con maestral eficacia por Castellari.
Desde luego la película no sería lo mismo si en el reparto no encontraramos a los veteranos Vic Morrow, Fred Williamson y el estupendo Christopher Connelly haciendo de perro viejo y terminal. Un actor a reivindicar, que a pesar de su impresionante presencia nunca fue reconocido. Y si después de ver “1990, Los Guerreros del Bronx” os quedáis con ganas de ver más de ese futuro alternativo (que os pasara) podéis echar un vistazo a su también estupenda secuela “Fuga del Bronx”.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Black Gestapo: Nostalgia de la Blaxplotation


Es curioso como la memoria suele jugar malas pasadas. Suele pasar que recordamos películas, que vimos hace tiempo, que recordamos perfectamente y otras que quedan en el olvido. Tambien suele pasar que si las vimos a una “tierna edad” las recordemos mucho más brutales e impresionantes. Es el caso de muchos filmes de terror que con el tiempo pierden su carga y ya no asustan como lo hacian antes, y es el caso de esta “The Black Gestapo” de Lee Frost. Un servidor vio esta película siendo niño en un maravilloso programa doble de video junto a “Perros de Paja” alla en los ochenta (cuando en los videoclubs habia toda clase de maravillosa basura, no la basura aburrida que hay hoy) y quedo seriamente traumatizado. No os podeis imaginar el gozo que me embargo casi veinte años después cuando descubro la mitica película en un videoclub de provincias ¡y que la venden por un euro! (si amigos estas cosas pasan, pero teneis que buscarlas). Que sorpresa la mia cuando comienzo a verla y ese festin de violencia, sexo, violaciones e incorrección política salvaje que yo recordaba no era para tanto.
De todas formas “Black GESTAPO” tiene elementos de sobra para ser una pieza de culto maravillosa. Empezando por el demencial argumento, una especie de saqueo de “Rebelión en la Granja” de George Orwell pero con “afroamericanos”. Una blaxplotation en toda regla: Un veterano del Vietnam, el general Amed regresa a su antiguo barrio y ve como las drogas y la prostitucion se han apoderado de él. Recibiendo subvenciones del Estado (aunque parezca increíble) organiza un grupo de lucha contra las drogas y de ayuda a los desamparados. Rapidamente sus intereses chocaran con los de la mafia blanca que no tardara en golpear y violar a la novia del protagonista (como buen producto tipico de las blaxplotations de los 70 que es). El General Amed recurre a un viejo compañero de la guerra y lo que habia nacido como un grupo semi-pacifico se convierte en un grupo fascista en toda regla. Comienzan a vestirse con los uniformes nazis, entrenan militarmente a sus miembros e incluso se cambian los apestosos nombres de blancos por orgullosos nombres africanos. Por supuesto expulsan a la mafia de su territorio, y por supuesto son ellos los que luego se dedican a vender las drogas y a chulear a las putas. Por el camino hay lugar para peleas tipo lucha libre, musica funky contundente, varios desnudos gratuitos (alguno incluso integral), machismo y misoginia a raudales y una escena en la que la “Armada Popular” con una navaja barbera afeita al ras las partes nobles de uno de los blanquitos, mientras este se desangra en la bañera.
Lo que hace de “Black Gestapo” una película especial es probablemente la fecha en la que esta rodada y la libertad que eso la proporciono. Todo lo comentado de ella sería impensable en una película actual. Triste realidad esta en la que una peli del 75 tenia más cojones que cualquiera de las estrenadas hoy en día.

domingo, 5 de agosto de 2007

Punto Límite Cero: ¿Te gusta conducir?



Quentin Tarantino ha recuperado en su ultima cinta “Death Proof” el gusto por un subgénero muy de moda en los años 70 y que a más de uno nos a hecho pasar grandes ratos: Las pelis de persecuciones de coches. Si, bien es cierto que películas como la saga de “The Fast and the Furious” no eran más que una puesta al día edulcorada de este genero con variante “tunante”. Tarantino nos ha hecho recordar porque nos gustaban estas pelís cuando eramos niños. Coches veloces, kilómetros de carreteras, buena musica acompañando, aparatosos accidentes, decenas de policias en sus coches y motos a la persecución del “Correcaminos” de turno, y todo hecho sin trampa ni cartón. A base de buenos profesionales al volante y de destrozar un montón de coches sin la ayuda de los horribles efectos digitales generados por ordenador que creaban una sensación de realidad que ya no abunda mucho. Cuando uno se enfrenta a una de estas películas debe dejar aparcado a un lado sus prejuicios y viajar solo con lo puesto. Dejarse llevar por la música que suena en el radiocassette, disfrutar del viento que entra a traves de las ventanillas y relajarse en el asiento mientras se ve pasar la carretera.
Si hay una película emblemática de este genero es “Punto Limite Cero (Vanishing Point)”, que junto a “La Carrera de la Muerte del año 2000”, “Cannonball! ”, ambas de Paul Bartel, y “Convoy” de Peckimpah forman lo mejorcito del genero de la década.
Se trataba de conseguir superar a la mítica persecución por San Francisco de “Bullitt” y rememorar el espiritu de Road Movie de “Easy Rider” (a la cual hace algún homenaje). Por lo que el listón estaba muy alto. Vanishing Point lo supera con creces y sienta cátedra en lo que a las características del genero se refiere. Si bien “Vanishing Point” destaca por el encanto que desprende su protagonista. No olvidemos que no sirve de nada la velocidad si al volante no hay alguien carismatico. Alguien que esta a la altura de Steve McQueen, Kris Kristofferson, Peter Fonda o David Carradine, el casi desconocido Barry Newman y que casí no necesita decir palabra para supurar carisma. Ya que la película prácticamente es él al volante del escapando de policía y casi no tiene dialogos más que el que entabla con el locutor de radio que va narrando sus victorias y alertando de los peligros que le acechan en la carretera. Ese locutor Super Soul es el otro gran acierto ya que además de pinchar estupendo soul y rocknroll es la voz de la conciencia del “ultimo jinete libre americano”. El argumento es tan simple como una apuesta entre nuestro conductor y su camello a las 12 de la noche del viernes en Denver, Colorado, de que entregara el coche por el que le han contratado en San Francisco (la elección de los escenarios no es nada casual) 15 horas más tarde.
El guión lo firmaba, sorprendentemente, el ilustre escritor cubano Guillermo Cabrera Infante acreditado como Guillermo Cain y daba un repaso al sueño americano a través de varios flashbacks en los que va desentramando el pasado del misterioso Kowalsky, el conductor al volante de ese Dodge Challenger blanco del 70 con 8 cilindros en V. La cinta de 1971 también era un certificado de defunción del sueño hippie de amor y revolución en los Estados Unidos que ya había anunciado tres años antes “Easy Rider”. La cinta conocio un flojo remake hace unos años con Viggo Mortensen en la piel de Kowalski e incluso los ingleses Primal Scream le dedicarón todo un disco de homenaje, "Vanishing Point", con canciones como Kowalski que sampleaba sin compasión muchos momentos de la mitica película.

lunes, 30 de abril de 2007

La Residencia: El Montaje del Proyeccionista


Muchas veces se habla del llamado “Montaje del director”; es aquella versión que a veces se lanza cuando el director no queda contento con la versión comercial de la película impuesta por el productor, o simplemente es el montaje inicial que luego se ve amputado por diversas razones. El caso más perturbador de “Montaje del Director” es el de Ridley Scott y su “Blade Runner” que elimina metraje en lugar de añadir y que amenaza este año con lanzar otro nuevo Montaje del director con escenas rodadas de nuevo… También se habla muchas veces del montaje para televisión; versiones “limpias”, es decir sin escenas de sexo y violencia. El caso más flagrante que conozco es el de “El Precio del Poder” que en su versión para tele fue liberada de mucha de su violencia y de su multitud de tacos, llegando a doblar la peli de nuevo para que los oídos decorosos no se ofendieran con su soez vocabulario…
Pero poca gente habla del “Montaje del proyeccionista”. ¿Qué es el montaje del proyeccionista?.
Evidentemente es el montaje al que asistimos durante la proyección y que normalmente coincide con la que ve el resto del mundo. A no ser que hayas asistido a esas maravillosas sesiones continuas de cine de barrio de antiguamente. Aquí las reglas que se aplicaban al resto de proyecciones eran distintas. Las copias que llegaban a estos cines ya habían estado circulando por otros tantos durante meses y en ocasiones incluso años, con lo cual el estado de la copia en ocasiones era lamentable con las famosas rayas que recorren la imagen, las quemaduras de cigarrillo en el margen superior derecho que avisan del cambio de rollos, fotogramas perdidos en esos cambios de rollos… y a veces incluso escenas enteras se quedaban en el suelo de la cabina de proyección y en el peor de los casos se cambiaba de orden alguno de los rollos que forman película o directamente se “extraviaban”, consiguiendo así un nuevo montaje de la película en cuestión. Por ejemplo empezaba la película y al cuarto de hora una de las chicas muere asesinada una de las chicas protagonistas. Todo bien ¿no?. No del todo porque en las siguientes escenas la chica muerta vuelve a salir como si tal cosa. Entre la audiencia hay quien que se pregunta ¿A esa no la habían matado ya?. Otros ni siquiera se dan cuenta de lo sucedido y la película sigue como si tal cosa. Esto era típico de las sesiones dobles de cine de barrio y también, al parecer, de la Filmoteca de Madrid, el último “Grindhouse” que continúa abierto.
La proyección de la que hablo es de la maravillosa primera película de “Chicho” Ibáñez Serrador, "La Residencia". Para terminar de rodendear la experiencia, la copia tenía tan solo la mitad de los subtitulos, ya que el maestro prefería rodar con actores britanicos y en ingles. Una película de visión obligada para cualquier aficionado al género que se precie. Viendola con perspectiva parece increíble que Chicho consiguiera rodar y estrenar en cines de la Gran Via de Madrid en 1969 una cinta como “La Residencia”. Influenciado por Hitchcock y el espiritu de la Hammer Narciso Ibáñez Serrador (ya estaba más que curtido en televisión con sus “Historias para no dormir”) creaba un clásico instantáneo en el que en una residencia de chicas conflictivas servia de marco ideal para recrear una de las historias más sugerentes y brutales que ha dado el cine sin apenas mostrar nada. Y no exagero, ya que trata de temas tales como el lesbianismo, la pederastia, el incesto o el sadismo, sin casi mostrar nada y produciendo el mismo efecto que si lo hiciera, como maestro que es. Y no es porque se cortara a la hora de recrear los crímenes, todo lo contrario. Se recrea en ellos y juega con lo que el espectador espera. Es sobervia esa secuencia en la que una de las chicas es atrapada por el asesino y la imagen se congela en el momento justo en que la navaja se posa sobre su cuello. Tan solo para retomar la marcha unos segundos más tarde. De hecho esos asesinatos estilizadísimos hicieron las delicias de los maestros del Giallo italiano como Dario Argento (su “Suspiria” no deja de ser casi una versión tripi de “La Residencia”) o Lucio Fulci (confeso fan de Narciso Ibáñez Serrador y su cine). Es una pena que el maestro Ibáñez Serrador solo haya tenido otro par de incursiones en el largometraje desde entonces (¿Quién puede matar a un niño?, “La Culpa”).
Todo apoyado en un reparto, en su mayoría femenino, que era una delicia. Al frente de la residencia estaba la veterana Lilli Palmer y entre sus alumnas encontramos a unas jovencisimas y carnosisimas Cristina Galbó y Maribel Martín, además de una joven Teresa Hurtado, una de las supertacañonas del “Un, Dos, Tres” y de la inquietante presencia de Víctor Israel. Una película de la vieja escuela que ni siquiera en su versión del proyeccionista pierde un apice de su fuerza y encanto. Menos mal que siempre nos quedara el DVD.

martes, 24 de abril de 2007

Celebrando el día de la mujer


Benditas películas de venganza. Si vosotr @s también crecisteis durante la década de los ochenta consumiendo cine en VHS y repostando en videoclubes de barrio, seguramente sufráis la misma desviación que un servidor. “Curso 1984”, “El justiciero de la ciudad”, “Calles salvajes”, “Ángel de venganza”, “Coto de caza”… Todas películas llenas de violencia que apelaban a nuestros instintos más bajos. Así, como buen seguidor del subgénero, llevaba mucho tiempo intentando mordisquear uno de sus clásicos titulado “I spit on your grave”. Después de varios años de intentos frustrados (copias fantasma alquiladas en Centroamérica, pateo e inspección total en tienduchas de videos de segunda mano) me di por vencido. Y alabado sea ese gran negocio que es el DVD, porque hace escasas semanas se editó en este formato digital. Es cierto que desde que reeditaron toda la filmografía de Cheech & Chong, hay que estar preparados para la reaparición de hasta la mas oscura, bizarra e ignota película que lamentábamos no poder volver a localizar jamás. El caso es que me hice con esta “edición especial” de “I spit in your grave” (retitulada creativamente como “La violencia del sexo”, aunque yo me quedo con el título alternativo con el que circulo en su momento: “The day of the woman”) en mi centro comercial mas cercano y me apresure a verla. Lo cierto es que no me decepcionó.Veamos: Las actuaciones tienen el nivel de un entrañable porno setentero, la ambientación es pobre y durante la primera media hora parece que su realizador, un tal Meir Zarchi, le tiene miedo a la cámara y decide ponerla en cualquier lado, para registrar la acción y con reparo a la hora de cortar actividades intrascendentes de los personajes. Pero nenes, esto es una sucia peli setentera y los hallazgos superan sus limitaciones. Es decir: algunos encuadres llenos de fuerza; una intensidad y un regodeo tal en el maltrato a nuestra heroína que –a pesar del toque "camp" que predomina en la cinta- yo estuve deseando que la dejasen en paz de una maldita vez; situaciones llenas de intensidad dramática aunque la escasez de recursos de Zarchi le impidan sacarles todo el jugo; un tono poroso, secote, al grano y en tu puta cara que siempre se agradece (y es que un final abrupto como este siempre me llenara de placer) Su visión es obligatoria si sois espectadores de cine que no necesitan coartadas intelectuales ni reseñas en los medios “mainstream” para sentir interés por una película, y siempre que estéis dispuest @s a recibir una buena sacudida a vuestros sentidos…
Fotos: Camille Keaton pasándolo chungo en “I spit on your grave”, peli alta en incorrección y colesterol.
Enlace trailer:

http://www.youtube.com/watch?v=R9-OQL28Xo0

Ramiro García Bogliano

martes, 17 de abril de 2007

Yo fui en extra en una peli italiana de zombis


Que tiempos aquellos de los programas dobles y veces incluso triples, de los cines de barrio. Ahora que Tarantino y Rodríguez han puesto de moda aquellos cines y su programación es el momento de abrir una nueva sección que se dedique a recuperar aquellas míticas películas.

Hubo un tiempo en el que no existía Internet, ni el emule, ni las revistas especializadas, ni por haber no había prácticamente ni Fanzines. Era una época en la que las películas se convertían en películas de culto, no porque un critico de una revista lo dijera ni porque en una web se hablara de ella. Que va el sistema era mucho más sencillo. Alguien te hablaba maravillas de ella. Así de simple. Los que seáis un poco más jóvenes esto os parecerá una bobada, pero aquellos que sean un poco más talluditos sabrán de que estoy hablando. Acaso no recordáis como vuestro primo, un compañero de clase o un vecino del barrio os hablaba de esa película que había visto de extranjis en algún videoclub o en alguna de esas sesiones de cine de barrio tan maravillosas capaces de combinar sin prejuicios “Commando” y “El Crimen de Cuenca”, tal cual. Esas pelis se convertían en poco menos que leyendas urbanas que pasaban de boca en boca siendo magnificadas y multiplicadas cada vez que alguien nos “contaba” aquella película. Y digo “contaba” porque como las posibilidades de verla eran muy reducidas nos contábamos de principio a fin aquellas películas. En mi caso la película “contada”que más me impacto fue “Jack el destripador en Nueva York”, del maestro del cine extremo Lucio Fulci. Y aunque no sabia quien era Fulci podía contarte esa peli completa sin haber visto un solo fotograma.
Entre esas películas contadas “Incubo sulla città contaminataLa Invasión de los Zombis Atómicos” ocupa un lugar privilegiado en el imaginario colectivo. Empezando por ese titulo y continuando por ese cartel que tenía cuyo recuerdo me no me dejo dormir más de una noche siendo niño. Y es que “La invasión de los zombis atómicos” no tiene desperdicio se mire por donde se mire.
El argumento es muy sencillo: Ha habido una fuga radioactiva y por no se sabe que razón un avión llega al aeropuerto cargado de zombis radioactivos infectados, que propagan la infección allá donde van. Pero amigos, estos zombis atómicos, no son los típicos zombis lentos y tontos a los que estamos acostumbrados. No señor, estos son zombis atómicos y como tales corren y son ágiles como gacelas, es más son capaces de usar palos y cuchillos y ametralladoras si hace falta. No os digo más que incluso conducen coches. ¿El porqué? Porque si (y esto vale para toda película). ¿Por qué los zombis cada vez que atacan a una mujer primero la desnudan (accidentalmente) para que enseñe sus generosos pechos? Porque si. ¿Por qué nadie se pregunta lo que esta pasando? Porque si. ¿Por qué si son zombis radioactivos dejan de serlo una vez están muertos del todo? Porque si…
La cinta es una de las muchas incursiones en el genero que realizo el veterano Umberto Lenzi, rodada enteramente en Madrid lo cual es un aliciente a los que conocemos o vivimos en dicha ciudad. Así que es fácil reconocer lugares como el aeropuerto de Cuatro Vientos, los bajos de Azca o ese climax final con montón de zombis correteando alegremente por el Parque de Atracciones… También es fácil reconocer algunas caras del cine español como Eduardo Fajardo, mítico actor de los spaghetti westerns, Manuel Zarzo, capaz de dar una explicación creíble a las motivaciones de los zombis o como zombi no acreditado al actor y director Antonio del Real, irresponsable de atrocidades como Desde que amanece apetece.
Para dar más empaque internacional a esta coproducción hispano italiana se trajeron a Mel Ferrer un par de dias para hacer de general y encerrarlo en un bunker durante un par de días de rodaje intensivo. Le acompañaba también un mítico como Francisco Rabal que incluso en horas bajas es capaz de volar la tapa de los sesos (literalmente) a su mujer. Ambos aportan credibilidad a algo que no lo tiene y que tampoco importa demasiado, sigue siendo muy divertida después de tantos años. Sin las pretensiones de “28 Días Después”, con su misma fiereza y mucho más divertida.