Quentin Tarantino ha recuperado en su ultima cinta “Death Proof” el gusto por un subgénero muy de moda en los años 70 y que a más de uno nos a hecho pasar grandes ratos: Las pelis de persecuciones de coches. Si, bien es cierto que películas como la saga de “The Fast and the Furious” no eran más que una puesta al día edulcorada de este genero con variante “tunante”. Tarantino nos ha hecho recordar porque nos gustaban estas pelís cuando eramos niños. Coches veloces, kilómetros de carreteras, buena musica acompañando, aparatosos accidentes, decenas de policias en sus coches y motos a la persecución del “Correcaminos” de turno, y todo hecho sin trampa ni cartón. A base de buenos profesionales al volante y de destrozar un montón de coches sin la ayuda de los horribles efectos digitales generados por ordenador que creaban una sensación de realidad que ya no abunda mucho. Cuando uno se enfrenta a una de estas películas debe dejar aparcado a un lado sus prejuicios y viajar solo con lo puesto. Dejarse llevar por la música que suena en el radiocassette, disfrutar del viento que entra a traves de las ventanillas y relajarse en el asiento mientras se ve pasar la carretera.
Si hay una película emblemática de este genero es “Punto Limite Cero (Vanishing Point)”, que junto a “La Carrera de la Muerte del año 2000”, “Cannonball! ”, ambas de Paul Bartel, y “Convoy” de Peckimpah forman lo mejorcito del genero de la década.
Se trataba de conseguir superar a la mítica persecución por San Francisco de “Bullitt” y rememorar el espiritu de Road Movie de “Easy Rider” (a la cual hace algún homenaje). Por lo que el listón estaba muy alto. Vanishing Point lo supera con creces y sienta cátedra en lo que a las características del genero se refiere. Si bien “Vanishing Point” destaca por el encanto que desprende su protagonista. No olvidemos que no sirve de nada la velocidad si al volante no hay alguien carismatico. Alguien que esta a la altura de Steve McQueen, Kris Kristofferson, Peter Fonda o David Carradine, el casi desconocido Barry Newman y que casí no necesita decir palabra para supurar carisma. Ya que la película prácticamente es él al volante del escapando de policía y casi no tiene dialogos más que el que entabla con el locutor de radio que va narrando sus victorias y alertando de los peligros que le acechan en la carretera. Ese locutor Super Soul es el otro gran acierto ya que además de pinchar estupendo soul y rocknroll es la voz de la conciencia del “ultimo jinete libre americano”. El argumento es tan simple como una apuesta entre nuestro conductor y su camello a las 12 de la noche del viernes en Denver, Colorado, de que entregara el coche por el que le han contratado en San Francisco (la elección de los escenarios no es nada casual) 15 horas más tarde.
El guión lo firmaba, sorprendentemente, el ilustre escritor cubano Guillermo Cabrera Infante acreditado como Guillermo Cain y daba un repaso al sueño americano a través de varios flashbacks en los que va desentramando el pasado del misterioso Kowalsky, el conductor al volante de ese Dodge Challenger blanco del 70 con 8 cilindros en V. La cinta de 1971 también era un certificado de defunción del sueño hippie de amor y revolución en los Estados Unidos que ya había anunciado tres años antes “Easy Rider”. La cinta conocio un flojo remake hace unos años con Viggo Mortensen en la piel de Kowalski e incluso los ingleses Primal Scream le dedicarón todo un disco de homenaje, "Vanishing Point", con canciones como Kowalski que sampleaba sin compasión muchos momentos de la mitica película.
Se trataba de conseguir superar a la mítica persecución por San Francisco de “Bullitt” y rememorar el espiritu de Road Movie de “Easy Rider” (a la cual hace algún homenaje). Por lo que el listón estaba muy alto. Vanishing Point lo supera con creces y sienta cátedra en lo que a las características del genero se refiere. Si bien “Vanishing Point” destaca por el encanto que desprende su protagonista. No olvidemos que no sirve de nada la velocidad si al volante no hay alguien carismatico. Alguien que esta a la altura de Steve McQueen, Kris Kristofferson, Peter Fonda o David Carradine, el casi desconocido Barry Newman y que casí no necesita decir palabra para supurar carisma. Ya que la película prácticamente es él al volante del escapando de policía y casi no tiene dialogos más que el que entabla con el locutor de radio que va narrando sus victorias y alertando de los peligros que le acechan en la carretera. Ese locutor Super Soul es el otro gran acierto ya que además de pinchar estupendo soul y rocknroll es la voz de la conciencia del “ultimo jinete libre americano”. El argumento es tan simple como una apuesta entre nuestro conductor y su camello a las 12 de la noche del viernes en Denver, Colorado, de que entregara el coche por el que le han contratado en San Francisco (la elección de los escenarios no es nada casual) 15 horas más tarde.
El guión lo firmaba, sorprendentemente, el ilustre escritor cubano Guillermo Cabrera Infante acreditado como Guillermo Cain y daba un repaso al sueño americano a través de varios flashbacks en los que va desentramando el pasado del misterioso Kowalsky, el conductor al volante de ese Dodge Challenger blanco del 70 con 8 cilindros en V. La cinta de 1971 también era un certificado de defunción del sueño hippie de amor y revolución en los Estados Unidos que ya había anunciado tres años antes “Easy Rider”. La cinta conocio un flojo remake hace unos años con Viggo Mortensen en la piel de Kowalski e incluso los ingleses Primal Scream le dedicarón todo un disco de homenaje, "Vanishing Point", con canciones como Kowalski que sampleaba sin compasión muchos momentos de la mitica película.
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